La enseñanza española se sitúa a la cola de Europa y pide a gritos una cura inmediata. La comunidad educativa confía en que el pacto impulsado por el ministro Gabilondo mejore el rostro deteriorado de una ley que precisa cambios. Uno de los grupos interesados sigue, desde fuera de las aulas, los trámites de un texto rodeado de polémica. Es la hora de saber qué opinan los padres.
‘Para conseguir que mejore el sistema debe cambiar la actitud de toda la comunidad educativa, pero no sólo la de los alumnos a los que siempre se les echa la culpa, sino también y principalmente la de los profesores.
Tienen que cambiar el estilo y la técnica de dar clase, porque se ha convertido en decimonónico y ha dejado de ser eficiente’. Pedro Gascón es informático de profesión, pero también padre y presidente de CEAPA (Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos), uno de los agentes sociales que más atentamente participa en los trámites para la ‘desinfección’ de la actual Ley de Educación, la LOE, cuyo texto reformador definitivo será presentado mañana por el ministro de Educación, Ángel Gabilondo. El texto prevé cambiar 21 de los artículos vigentes y pretende, entre otras medidas, la ampliación de la enseñanza obligatoria hasta los 18 años.
‘Nosotros estamos a favor de que al alumno se le eduque hasta la mayoría de edad, aunque en realidad hoy en día la mayoría ya lo hacen porque no necesariamente tienen que estar en los institutos, sino que muchos se decantan por la Formación Profesional. Reformar este punto implicaría revisar la legislación laboral, puesto que según está actualmente resultaría incompatible’, alega Gascón.
A la espera de que el ministro Gabilondo desvele el contenido definitivo, los padres esperan como agua de mayo un texto 'salvador' que rehabilite un sistema educativo resquebrajado y que suplica un arreglo inmediato.
José Vicente López, padre de Miguel Ángel, alumno de 15 años estudiante de 2º de E.S.O. del Colegio Sagrado Corazón en Valencia, expresa su indignación por la falta de disciplina que predomina hoy en día en muchas aulas españolas: ‘Recuerdo cuando yo iba al colegio que el maestro nos pegaba con una regla cuando nos portábamos mal; ahora esto ha cambiado radicalmente y son los profesores los que soportan la burla de sus alumnos.
Ya no hay autoridad. Si los maestros se impusieran éstos les denunciarían y se habría montado. Yo creo que ni una cosa ni otra debería darse, pero para eso mucho tiene que cambiar’, asegura.
María José Cubo es madre de Teresa, alumna de secundaria del Colegio E.S. Grupo Cántico de Córdoba, uno de los centros públicos bilingües más disciplinados de la zona. Esta cordobesa nos cuenta que afortunadamente nunca ha sufrido problemas de indisciplina educativa por parte de sus hijos; todo lo contrario, es ella la que se interesa por acudir a las tutorías del maestro sin que él crea necesario llamarla. ‘Puede que lo mío sea un oasis en medio de un desierto, pero yo estoy muy contenta con el centro donde estudia mi hija y saca calificaciones excelentes.
Es verdad que a los colegios bilingües sólo acceden los mejores alumnos por lo que los problemas en estas aulas se reducen muchísimo. Aun así, alguna vez me ha contado el caso de algún alumno más conflictivo que no les ha dejado dar la clase’, manifiesta. En relación a la ampliación de la enseñanza obligatoria hasta los 18 años, esta madre se muestra totalmente de acuerdo porque ‘cuanto más aprendan mejor preparados estarán para su futuro’ y le cuesta comprender que existan padres que se enfrenten a los profesores cuando hace años la situación era totalmente opuesta: ‘Si alguna vez mi hija se quejara de su profesor, trataría el caso con él pero no me pondría en su contra’, alega María José.
Sin embargo, aunque son muchos los padres que se preocupan por la educación de sus hijos y luchan por una enseñanza de calidad que condicionará su futuro, algunos profesores les culpan de no prestarles la suficiente atención y desinteresarse por su evolución educativa. ‘Ahora los alumnos no tienen ningún respeto por la autoridad y la mayoría de padres no se preocupan por la educación de sus hijos.
Cada año la cosa va a peor’, asegura C.S.T, profesora de primaria de un colegio público de San Sebastián de los Reyes (Madrid). Otras opiniones focalizan el problema en la escasez de horas que dedican algunos padres a sus hijos debido al exceso de tiempo en el trabajo o, simplemente, por comodidad: ‘Los jóvenes salen poco preparados y muchos han perdido el interés por aprender; les da todo igual y muchas veces es por la educación que les dan sus padres, que ambos tienen que trabajar y les dejan en comedores todo el día y acaban adquiriendo malas influencias. En nuestro caso, yo trabajo pero mi mujer es quien está más pendiente de hablar con el profesor si nuestro hijo suspende o flojea en alguna asignatura’, sostiene el padre de Miguel Ángel, José López.
Entre los puntos básicos que Gabilondo tiene previsto modificar se encuentran, además, conseguir una atención individualizada del alumnado, la eficaz integración de los grupos minoritarios en clase y el aprendizaje en toda España de una misma asignatura de Historia. ‘Reivindico y defiendo que en todo el país se aprendan bases comunes de la Historia de España, igual que espero que no se persiga a nadie por rotular en una lengua oficial’, manifestaba el ministro recientemente ante los medios de comunicación.
La posible tergiversación de esta asignatura se ha convertido en objeto de debate de muchas asociaciones, entre ellas la CEAPA: ‘Es una cuestión complicada, pero pienso que la Historia sólo es una y lo demás son versiones de ésta.
Existe una autonomía de la que gozan las comunidades para decidir sobre el tema de los libros, pero distorsionar la Historia sería algo inaudito’, añade el Presidente de la confederación, quien a su vez critica la intencionalidad política de algunas comunidades autónomas que no facilitan la creación de un pacto por razones ideológicas: ‘El pacto educativo depende no sólo de la voluntad del Ministerio sino sobre todo de la voluntad de las comunidades. Hay que evitar que cuestiones puramente políticas impidan lograr una educación de calidad’.
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