viernes, 15 de abril de 2011

Como introducir el orden y la disciplina con los niños de 6 a 12 años

¿Qué hacer cuando su hijo coge un berrinche porque no quiere dejar de jugar con la Nintendo?




Independientemente de la edad que tenga su hijo, es importante que usted sea consistente a la hora de impartirle disciplina. Si usted no respeta las normas que ha fijado ni se atiene a las consecuencias que ha enunciado, lo más probable es que tampoco lo haga su hijo.


De 6 a 8 años


La "pausa obligada" y enunciar las consecuencias de la mala conducta también son técnicas disciplinarias eficaces para este grupo de edad.


De nuevo, la consistencia y la coherencia son cruciales. Cumpla su palabra a la hora de impartir disciplina o, si no, se arriesgará a perder su autoridad. Su hijo debe saber que usted hace lo que dice. Esto no significa que no pueda concederle segundas oportunidades o permitirle cierto margen de error, pero, por lo general, debería ser consecuente y cumplir su palabra.


Asegúrese de no amenazar a su hijo con castigos imposibles o poco realistas cuando esté muy enfadado ("¡Vuelve a dar un portazo y nunca más verás la televisión!"), puesto que, si no cumple sus amenazas, su palabra perderá valor. Si, mientras se dirigen a la playa en coche, amenaza a sus hijos con dar media vuelta y volver a casa si no dejan de pelearse, haga exactamente lo que ha dicho. El día de playa perdido es mucho menos importante que la credibilidad que usted ganará ante sus hijos.


Los grandes castigos pueden quitarle autoridad como padre. Si castiga a su hijo a no salir de casa todas las tardes durante un mes entero, lo más probable es que el niño no se sienta motivado a portarse mejor porque cree que ya está todo perdido.


De 9 a 12 años


A los niños de este grupo de edad -como en todas las edades- se les puede impartir disciplina apelando a las consecuencias naturales. A medida que van madurando y reclaman más independencia y responsabilidad, enseñarles a asumir las consecuencias de su comportamiento constituye un método disciplinario eficaz y apropiado.


Por ejemplo, si su hijo de once años se va a dormir sin haber hecho los deberes, ¿debería usted prohibirle acostarse hasta que los acabe o ayudarle a acabarlos? Probablemente no, ya que estaría desperdiciando una valiosa oportunidad para enseñarle algo sobre la vida. Si no acaba los deberes, tendrá que ir a la escuela al día siguiente sin haberlos hecho y cargar con las consecuencias de que le pongan una mala nota.


Es natural que usted quiera evitar que su hijo se equivoque, pero, a largo plazo, le hará un favor si deja que cometa sus propios errores de vez en cuando. Así, su hijo comprobará lo que conlleva un comportamiento inapropiado y probablemente no volverá a cometer los mismos errores. No obstante, si su hijo no parece aprender de las consecuencias naturales, usted debería establecer sus propias consecuencias para ayudarle a modificar su comportamiento.


… sobre pegar a los niños


Quizás no exista ninguna forma de disciplina más polémica que los castigos corporales y, en concreto, el hecho de pegar, abofetear o dar cachetes a los niños. Estas son algunas de las razones por las que la Academia Americana de Pediatría recomienda a los padres que eviten pegar a sus hijos:


- Al pegar a un niño, se le está enseñando que está bien pegar a alguien cuando uno está enfadado.


- Al pegar a un niño, aparte de hacerle daño, se le pueden infligir lesiones corporales.


- Pegando a un hijo, en vez de enseñarle a modificar su comportamiento, sólo se consigue que tenga miedo a sus padres, y lo único que le enseña es a evitar que lo vuelvan a pillar "in fraganti".


- En el caso de los niños que se portan mal para llamar la atención, una bofetada o un cachete puede "recompensarlos", aunque no sea eso lo que pretenden sus padres, al brindarles cierto tipo de atención -una atención negativa es mejor que ninguna atención en absoluto.

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