viernes, 8 de abril de 2011

El uniforme en la escuela, igualdad o represión?


La idea de recuperar normas comunes de vestimenta en la escuela pública ha resurgido como fórmula contra modas “más propias del ocio que del estudio”, dijo la consellera de Ensenyament de la Generalitat de Catalunya , Irene Rigau comentado que “vemos que en los últimos años se han ido perdiendo los valores de voluntad, esfuerzo, orden, disciplina, constancia y el respeto mutuo…”. Corbata, camisa y pantalón de pinzas contra pantalones caídos, ropa interior al aire y escotes pronunciados. ¿Es la solución?

El uniforme escolar nace en Europa a finales del XIX floreciendo en el Reino Unido y Francia y mas tarde extendiéndose a América, surge especialmente en los centros educativos religiosos católicos con la finalidad de establecer una única indumentaria para los alumnos fomentando la humildad en los niños, sin hacer distinciones entre ellos por la variedad o riqueza de sus atuendos y evitar la diferenciación económica de las familias.

Los defensores aseguran que favorece la disciplina, la obediencia y la concentración, democratizando a los chavales. Por otro lado significa un importante ahorro para las familias de aproximadamente un 40% en gasto de ropa escolar (según los datos desprendidos del estudio de la fundación para la calidad de la educación de la Generalitat de valenciana).

Equipar a un estudiante con el uniforme para un curso sale por entre 125 y 200 euros, frenaría la tendencia consumista de los menores, evitaría que se establezcan competiciones por las marcas o por distinguirse unos de otros y la dependencia de las modas.

Por su parte los detractores aseguran que los uniformes escolares despersonalizan, limitan la autonomía, fomentan la falta de iniciativa y anulan la sensibilidad estética.

La imagen de más de un millón de alumnos vestidos exactamente igual cada día suena a ciencia ficción para la mayoría del sector educativo.

Rigau ha invitado, a que los consejos escolares reflexionen sobre el atuendo adecuado a la hora de estudiar.

Cada vez más centros crean normas internas para evitar formas de vestir poco adecuadas en un centro escolar, como el uso de gorras o gafas de sol en clase, camisetas con lemas insultantes, pantalones bajos que dejan ver la ropa interior. “En ocasiones le hemos dicho a alguna alumna que no lleve tanto escote, los profesores pueden poner normas sobre esto”, explica Javier Marsá, director del instituto público Joan Coromines de Barcelona.

Prueba de las diferentes caras del uniforme es el hecho de que sociedades tan distintas como la británica y la cubana los utilizan en sus escuelas públicas. En Catalunya, por la tradición cultural, se aboga más por regular las formas de vestir inadecuadas. “Si al colegio se va a trabajar, ¿por qué no llevar un uniforme de trabajo?”.

En la Comunidad de Madrid estudian recuperar las tarimas para el profesor en el aula,  potenciando la autoridad del maestro, en un proceso cuidadoso para evitar que se confunda el autoritarismo con la autoridad, necesaria para que haya libertad, y focalizando valores como el del esfuerzo en la escuela.

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