¿Cómo lograr que su hijo adolescente respete su autoridad?
Independientemente de la edad que tenga su hijo, es importante que usted sea consistente a la hora de impartirle disciplina. Si usted no respeta las normas que ha fijado ni se atiene a las consecuencias que ha enunciado, lo más probable es que tampoco lo haga su hijo.
A partir de los 13 años
A estas alturas, usted ya ha sentado las bases de la disciplina. Su hijo sabe lo que se espera de él y que usted cumple su palabra en lo que se refiere a las consecuencias de la mala conducta. Pero no se le ocurra bajar ahora la guardia -la disciplina es tan importante para un adolescente como para un niño pequeño. Del mismo modo que un niño de 4 años necesita que sus padres le fijen un horario para acostarse por las noches que deberá respetar a pesar de sus lloriqueos, un adolescente también necesita que le fijen límites.
Asegúrese de fijar normas sobre los deberes, las visitas de los amigos, la hora para volver a casa por las noches y las citas, y hable sobre ello con su hijo con suficiente antelación para que no haya malentendidos. Aunque probablemente su hijo protestará de vez en cuando, también se dará cuenta de que es usted quien tiene el control. Aunque le parezca mentira, los adolescentes también quieren y necesitan que les fijen límites y les impongan cierto orden en sus vidas, aunque reclamen y necesiten mayor libertad y más responsabilidades.
También es importante que permita que su hijo adolescente tenga cierto grado de control sobre su vida. Esto no sólo reducirá el número de luchas de poder, sino que también ayudará a que su hijo respete las decisiones que usted todavía debe tomar por él. Durante las primeras fases de la adolescencia, a un chico se le puede permitir que tome sus propias decisiones en lo que se refiere a la ropa que se pone para ir al instituto, el peinado que lleva y cómo decora su habitación. A medida que se vaya haciendo mayor, se le debería ir ampliando el grado de control que tiene sobre su vida, pudiéndole permitir, por ejemplo, llegar más tarde de la hora establecida de vez en cuando.
También es importante centrase en lo positivo. Por ejemplo, retrase la hora para volver a casa por las noches cuando su hijo se porte bien, en vez de adelantársela como castigo por un comportamiento irresponsable.
Una vez más, recuerde… sobre pegar…
Quizás no exista ninguna forma de disciplina más polémica que los castigos corporales y, en concreto, el hecho de pegar, abofetear o dar cachetes a los niños. A continuación, reproducimos algunas de las razones por las que la Academia Americana de Pediatría recomienda a los padres que eviten pegar a sus hijos:
- Al pegar a un niño, se le está enseñando que está bien pegar a alguien cuando uno está enfadado.
- Al pegar a un niño, aparte de hacerle daño, se le pueden infligir lesiones corporales.
- Pegando a un hijo, en vez de enseñarle a modificar su comportamiento, sólo se consigue que tenga miedo a sus padres, y lo único que le enseña es a evitar que lo vuelvan a pillar "in fraganti".
- En el caso de los niños que se portan mal para llamar la atención, una bofetada o un cachete puede "recompensarlos", aunque no sea eso lo que pretenden sus padres, al brindarles cierto tipo de atención -una atención negativa es mejor que ninguna atención en absoluto.
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